Las mujeres tienen valores diferentes a los de los hombres.
Valoran el amor, la comunicación, la belleza
y las relaciones.
Dedican mucho tiempo a respaldarse, ayudarse
y estimularse mutuamente. Su sentido de la personalidad se define a través de
sus sentimientos y de la calidad de sus relaciones.
Experimentan la realización a través de la
participación y las relaciones.
En el mundo de las mujeres todo refleja esos
valores. En lugar de construir autopistas y grandes edificios, las mujeres se
preocupan más por vivir juntas en armonía, comunidad y cooperación afectuosa.
Las relaciones son más importantes que el trabajo y la tecnología. En la
mayoría de los casos, su mundo es opuesto al de los hombres.
No llevan uniformes
como los hombres (para exhibir su competencia). Por el contrario, gozan
poniéndose ropa distinta todos los días, según la manera de sentirse. La expresión
personal, en especial de sus sentimientos, resulta muy importante. Pueden
incluso cambiarse de ropa varias veces por día a medida que lo hace su humor.
La comunicación
tiene una importancia fundamental. Compartir sus sentimientos personales es
mucho más importantes que alcanzar objetivos y éxito. Hablar y relacionarse
entre sí es una fuente de enorme realización.
Esto no puede ser
fácilmente comprendido por un hombre.
Las mujeres, en
lugar de orientarse hacia determinados objetivos, se orientan hacia las
relaciones, se muestran más preocupadas por expresar su bondad, su amor y su
cuidado. Dos hombres van a almorzar para analizar un proyecto o la posibilidad
de alcanzar un objetivo; tienen un problema que resolver. Además, los hombres
consideran el hecho de ir a un restaurante como una eficiente manera de resolver
el tema de la alimentación sin compras, sin cocinar y sin lavar los platos.
Para las mujeres,
el hecho de ir a comer con una amiga constituye una oportunidad para alimentar
una relación a fin de brindar y recibir apoyo. La conversación de las mujeres en
un restaurante puede ser muy abierta e íntima, casi como el dialogo que se
produce entre el terapeuta y un
paciente.
Las mujeres
son intuitivas. Se enorgullecen de mostrarse consideradas con las necesidades y
sentimientos de otros. Un signo de gran amor es ofrecer ayuda y asistencia a
otra persona sin que se lo pidan.
Como
probar su competencia no es algo importante para una mujer, ofrecer ayuda no es
tan ofensivo y necesitarla no constituye un signo de debilidad. Un hombre, sin
embargo, puede sentirse ofendido porque cuando una mujer ofrece un consejo él
siente que ella no confía en su capacidad para lograrlo por sí mismo.
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